ANALISIS - DOOM: The Dark Ages



Por Ariel Fuentes

Doom no es sólo una saga mítica: es la referencia fundacional de los shooters. El primer juego redefinió para siempre lo que significaba jugar en primera persona, convirtiéndose en un fenómeno técnico y cultural en 1993, hace ya 32 años. Pero su leyenda no se cimentó solo en ese impacto original, sino en su capacidad camaleónica de reinventarse con fuerza propia.

Doom 3 (2004) mutó hacia el horror atmosférico; mi favorito personal, Doom (2016), trajo de vuelta la velocidad, la violencia y la irreverencia con una modernidad quirúrgica; el celebradísimo Eternal (2019) subió la apuesta con un vértigo casi coreográfico, plataformeo y arenas muy demandantes. Ahora, llega The Dark Ages: conservador e innovador al mismo tiempo, Doom tiene nostalgia pero mira para adelante.

Doom: The Dark Ages es un regreso a los orígenes, pero no en el sentido superficial del término. Se siente inconfundiblemente familiar, pero al mismo tiempo es una reinvención. Es Doom en clave brutalista, con estética medieval, pero con todo el pulso moderno de una id Software muy madura, que ya probó de todo a nivel gráfico y jugable. 


El Slayer -una figura ya más mitológica que humana, cuya historia se va expandiendo- se convierte en algo cercano a un dios de la guerra. Pero no uno frío y olímpico, sino un dios sucio, que destruye todo a su paso.

The Dark Ages es más pesado, más táctico, más opresivo que los dos juegos anteriores, con los que configura una indudable trilogía. La primera gran diferencia con Doom 2016 y con Eternal es el ritmo. Si aquellos eran una danza frenética de escopetazos y movilidad imposible, The Dark Ages pisa más fuerte, más lento, más grave. El combate sigue siendo ultra técnico, pero se siente más crudo, más aplastante, más medieval en el sentido visceral del término. 


El nuevo escudo-sierra permite no sólo bloquear y contrarrestar con un sistema de parry bastante permisivo incluso en dificultades elevadas. Podemos devolver los proyectiles verdes que vengan hacia nosotros para generar efectos devastadores en los bichos infernales. Nosotros somos más poderosos que antes, pero ellos son más. Por suerte, cada una de nuestras armas puede ser efectiva, a diferencia del complejo sistema de Eternal, que obligaba a rotar de herramienta destructiva todo el tiempo.

Visualmente, Doom: The Dark Ages es una ópera postapocalíptica de acero y fuego. El equipo artístico de id Software se aleja del neón infernal de Eternal y construye una ambientación de ingeniería gótica, con castillos retrofuturistas que mezclan hueso y láser. Cada nivel parece arrancado de la tapa de algún disco de Sepultura, con influencias de Giger, Caravaggio, o incluso Warhammer. La paleta cromática es intensa, y la calidad de imagen muy elevada: se basa en una nueva versión -la octava- del poderoso id Engine. En Series X parece sobrevolar alrededor de los 1440p, con resolución dinámica y, aunque hay menos detalle que en PCs tope de gama, se ve descomunal. En Series S la resolución sólo alcanza los 900p y es una experiencia notablemente inferior, pero en ambas máquinas de Microsoft corre fluido. 


La música ya no está a cargo del aclamado Mick Gordon, pero mantiene una línea cercana al metal industrial, moderno y lleno de machaques en afinaciones bajísimas. Nada demasiado memorable, a mi humilde gusto, pero sí es coherente y efectiva.

The Dark Ages hace crecer la mitología del Slayer y del universo Doom a través de una campaña bastante más larga de lo que se puede esperar en un shooter típico; completarla te puede llevar unas 25 horas si querés encontrar una buena cantidad de secretos y coleccionables (figuras, skins, mejoras de armas y demás). Hay bastantes cinemáticas y diálogos, pero además los inmensos niveles también aportan pistas sobre lo que está pasando: altares, cuerpos empalados, criaturas encadenadas y todo un ecosistema brutal que cuenta un conflicto enorme y misterioso. El Slayer no es “el mismo de siempre”, sino una encarnación anterior, brutal e inconmovible. ¿Es un Caballero del Infierno traidor? ¿Un experimento de los Maykrs? ¿Un dios que se cansó de ver sufrir al mundo? El juego no lo dice del todo, y eso es parte de su potencia.

El sistema de combate sigue una lógica más o menos familiar para los veteranos de la franquicia, con loops que premian agresividad, timing y movimiento. Pero en vez de empujarte hacia adelante con doble saltos y dashes infinitos, como veníamos acostumbrados en la última década, The Dark Ages te exige leer el campo de batalla como un ajedrez infernal. Hay menos movilidad aérea, más combate a corta y media distancia. 


El escudo es clave, pudiendo lanzarlo o defendernos con él. El arsenal incluye clásicos reimaginados y alguna novedad interesante (super shotgun, rocket launcher, pero también un acelerador de plasma y una ametralladora de hueso). Podemos aplicarles mejoras variadas usando oro que vamos juntando por los rincones de cada mapa.

Doom: The Dark Ages no intenta superar a Eternal en velocidad o espectacularidad. Hace algo más difícil: vuelve a redefinir el lenguaje del combate. Se anima a cambiar el ritmo, la estética y la mística del Slayer para ofrecernos un juego más pesado, más atmosférico y más simbólico, en el que la clave no está en moverse rápido y cambiar de armas todo el tiempo, sino en leer el campo de batalla según la posición de nuestros contrincantes y nuestra capacidad de devolver sus ataques.

Aunque te deja customizar la dificultad para ser tan extremo o accesible como lo desees, The Dark Ages no es para cualquiera: tiene muchos guiños al pasado, es violento y pide atención.

The Dark Ages es Doom mirando al abismo del pasado. Y lo que encuentra ahí… nos mira de vuelta.

  • Desarrollado por: id Software
  • Distribuido por: Bethesda Softworks
  • Disponible en: Xbox Series, PS5, PC
  • Fecha de lanzamiento oficial: 15 de mayo de 2025

*Código de review proporcionado por Bethesda*