ANÁLISIS: Diablo IV, una oscura y adictiva redención

Por Ariel Fuentes

Mientras Microsoft sigue luchando contra los organismos regulatorios de Estados Unidos e Inglaterra en su intento de comprar de Activision-Blizzard, llega uno de los títulos más importantes de entre el poderoso arsenal de esta empresa. Como por ahora no será incluido en Game Pass, les dejamos nuestras impresiones para que tengan más información y decidan si les conviene invertir en él: bienvenidos a nuestro análisis de Diablo IV.

Blizzard ya nos había invitado a las betas cerradas de Diablo IV, y ahora nos permitió acceder a la versión completa del juego con mucha anticipación. Pasamos la segunda mitad de Mayo inmersos en este esperadísimo título, cuya nueva entrega llega una docena de años después de su controvertido antecesor.

Repasemos rápido la historia de la saga: si Diablo I revolucionó los RPG de acción por jugabilidad y estética en 1997, la segunda entrega llevó la fórmula a la perfección y se transformó en una referencia ineludible. Muchos juegos lo tomaron como inspiración, y aunque algunos innovaron y fueron muy exitosos (como Path of Exile o el premiadísimo Hades), creemos que Diablo II sigue siendo el rey casi un cuarto de siglo de después de su lanzamiento. Queremos mucho ese juego, y usamos su polémica versión Resurrected, de 2021, para compararla con Diablo IV. Buenas noticias: el nuevo juego es tan divertido que nos quitó las ganas de seguir metiendo tiempo en su ilustre antepasado. Las mejoras mecánicas son tantas que volver a los juegos anteriores se siente como un claro retroceso y hasta resultan comparativamente incómodos de jugar.

Adelantemos entonces que Diablo IV es un placer: se ve muy bien, se siente moderno y dinámico, y siempre nos deja con ganas de más.

La historia arranca algunas décadas después del cierre de Diablo III y su expansión Reaper of Souls. El equilibrio entre el Cielo y el Infierno se rompió otra vez, y antiguas fuerzas han despertado para amenazar el mundo. La principal antagonista es Lilith, la hija de Mefisto y la Reina de los Súcubos, que regresa para dominar Santuario. Ella engendró, junto con el ángel Inarius, a la raza mestiza a la que pertenecemos: los Nephalem, ancestros de los humanos. Habrá que enfrentarse a ella y a sus secuaces con la ayuda de los Horadrim, una orden de cazadores de demonios.

Esta trama, nos interese o no el lore de Diablo, no está narrada de manera particularmente magistral... pero tampoco es que importe mucho. Podemos saltear las cinemáticas y conversaciones si así lo deseamos: hubo momentos en los que corríamos por los escenarios buscando la próxima pelea mientras Lilith, Inarius y otros NPCs daban discursos grandilocuentes a los que, si estábamos apurados, podíamos no prestar atención.

El núcleo de Diablo IV es, obviamente, destruir lo más rápidamente posible a las agresivas criaturas que se cruzan en nuestro camino. Como dijimos al analizar la beta, se puso cierto empeño en ofrecer variedad: algunas misiones implican usar ítems, realizar ciertos recorridos, participar en eventos públicos o defender a otros personajes. En general esto cumple su cometido, aunque sí notamos cierta sobre-utilización de los “modos horda”: aguantar un minuto o dos mientras algunas oleadas de bichos vienen a por nosotros.


Vamos a poder elegir entre cinco clases clásicas: el Bárbaro (puro músculo, gritón y orientado al meleé), el Hechicero (que usa daños mágicos y elementales), el Druida (que controla animales y otras fuerzas de la naturaleza), el Renegado (ágil y favorecido al pelear a distancia) y el Nigromante... que, bueno, usa a la muerte misma como arma.

Aunque casi siempre escojo personajes que pelean cuerpo a cuerpo, fui contra mi tradición: inmediatamente elegí un Hechicero especializado en Electricidad, en parte gracias a mi experiencia durante la beta. Esta vez, la progresión de mi poder fue más gradual: aunque no tuve problemas durante el Acto 1, jamás me sentí demasiado poderoso, como era el caso en las primeras pruebas del juego. Evidentemente, hubo aquel balance entre personajes y habilidades que suponíamos que Blizzard iba a aplicar.

A medida que avancemos por la campaña, cumpliendo objetivos y equipándonos con loot cada vez más destructivo, los enemigos también subirán su nivel para ir casi a nuestra par. Esto tiene un par de implicancias: primero, nunca nos sentimos demasiado fuertes. A nivel 35, mi mago ya estaba relativamente bien equipado y tenía múltiples habilidades elementales a su disposición, pero su ataque definitivo era el único que realmente marcaba una diferencia al enfrentar enemigos pesados (y su tiempo de recarga era de alrededor de un minuto, por lo que no podíamos abusar). A menos que prefeccionemos nuestra build para lograr sinergia entre habilidades y equipamiento, pasaremos bastante tiempo intentando hacer daño de manera poco eficiente. Hay mejoras de equipamiento, perks y gemas para engarzar en pos de lograr una combinación que nos haga sentir cómodos y que optimice el daño que causamos a las fuerzas demoníacas.

Blizzard sabe que el mercado cambió mucho en los últimos años: hay más competidores que antes, y el público es más crítico que nunca. Por eso ofreció las betas para escuchar a la comunidad y pulir la experiencia, algo que se nota inmediatamente. En principio, Diablo IV se siente algo más difícil que en aquellas primeras impresiones, aunque terminar la campaña es sólo el principio, y si el juego nos atrapa terminaremos iniciando un recorrido de meses o años buscado armas y armaduras cada vez más potentes.


Por supuesto, mejor no sacar conclusiones apresuradas: en un juego tan complejo, con tantos números de daño, combinaciones de equipamiento y niveles de dificultad, irá habiendo balances con el paso del tiempo y esto es sólo una muestra de lo que vendrá. Pero el arranque, insistimos, se siente muy bien.

Completar el Acto 1 en la dificultad más baja, Tier 1, nos insumió unas 6 horas, con pocos problemas y a nivel 20. Ni siquiera los enemigos principales nos plantearon muchos problemas, a pesar de tener más salud y de requerir mecánicas algo más complejas que sus acólitos básicos.

Terminar el modo historia para arrancar el endgame y empezar a juntar equipo realmente serio nos demandó unas 35 horas, distribuidas en 7 días bastante intensos y divertidos donde apenas tuvimos tiempo para dedicar a otros títulos. Para ese momento, éramos de nivel 46 y nos quedaba mucho contenido por emprender tras el epílogo, como fortalezas y jefes de nivel más elevado que nosotros, sin mencionar los niveles de dificultad más ásperos.

Cada vez que morimos podemos respawnear habiendo perdido el 10% de la durabilidad de nuestro equipamiento, que podemos recomponer gracias a algún herrero. También existe la tradicional opción hardcore de “permadeath”: es decir, crear un personaje que desaparezca de la existencia si cae en combate.


Aunque Blizzard nos pidió no contarles demasiado sobre las etapas avanzadas del juego, confirmamos que la campaña se va desarrollando de manera no totalmente lineal, y generalmente podemos elegir entre varias misiones para seguir leveleando y develando el mapa, que consta de 5 zonas amplias y variadas: nosotros las recorrimos en un sentido anti-horario, pero tuvimos vasta libertad, especialmente al aprovechar los puntos de viaje rápido y, a partir del Acto IV, las monturas (que, una vez desbloqueadas, podrán ser utilizadas por todos nuestros personajes desde el inicio). Nos hubiera gustado que el entorno fuera más influyente en los combates, con lugares para cubrirse o con más oportunidades de generar daño usando los elementos circundantes, pero la verdad es que nos sentimos un poco limitados en ese aspecto.

Hay un total de 120 calabozos, algunos muy pequeños y del tamaño de un sótano, y otros laberínticos y desafiantes. En cualquier momento podemos optar por tomarnos un portal al poblado más cercano para recargar pociones o repensar nuestra estrategia, sumando una red de contención que nos sacará de eventuales aprietos.

Los pueblos de Diablo IV cuentan con los NPCs imprescindibles para comerciar con ellos o solicitarles servicios, como mejorar ítems. Aunque el mundo es estéticamente bello (confirmamos que la saga vuelve a sus orígenes oscuros, dejando atrás esa inspiración caricaturesca en Warcraft), no lo sentimos particularmente orgánico: no se siente vivo más allá de nuestra presencia. Recorriéndolo, conversando con sus habitantes y encontrando documentación iremos construyendo un panorama bien interesante sobre hacia dónde va la historia, que evidentemente continuará en futuras expansiones.


Gráficamente, cumple con creces y se siente como una evolución para el género que Diablo 1 fundó, el de los juegos de rol de acción, pero sólo logró impresionarnos muy ocasionalmente: es un juego técnicamente conservador, más allá de tomas de cámara que enfocan sitios particularmente destacados o de una verticalidad muy lograda en cada área del variado y complejo mapa. Al igual que pasara con las betas, nuestra Xbox Serie S lo corrió a 1440p a 60 frames por segundo casi totalmente estables. En Serie X sube a 4K; en Xbox One anda a 900p y 30 frames, y en la todavía poderosa Xbox One X a 1440p también a 30 frames. Los tiempos de carga fueron optimizados y ahora se acompañan de breves imágenes y animaciones con consejos; otros aspectos técnicos también fueron subsanados incluso antes del Parche de Día Uno que Blizzard nos prometió. En nuestra prueba no sufrimos ningún problema técnico digno de mención.

Aunque suelo jugar a todo en su idioma nativo, por pedido del staff de Colectiva Xbox pasé las voces y subtítulos de Diablo IV a Español Latinoamericano. Mi sorpresa fue muy grata: la calidad me convenció tanto que jugué la segunda mitad de mi campaña escuchando el excelente doblaje localizado. El sonido y la música nos parecieron muy bien resueltos; su calidad fue óptima para probar unos nuevos parlantes. Mis vecinos todavía se preguntan de dónde venían esos rugidos y gritos de guerra.

Podemos jugar solos o en cooperativo online con hasta otros tres compañeros; ir en equipo bonifica la experiencia obtenida. También hay cooperativo local y zonas para machacarnos en PVP, algo que sinceramente no pudimos probar antes de lanzamiento.

La edición Standard de Diablo IV es de $10.490 (+impuestos como el resto de las ediciones) en el store argentino de Xbox. La Edición Digital Deluxe sube a $13.990 y suma el Pase de Batalla de Temporada, monturas y elementos decorativos. La edición Ultimate es la más cara, a $14.990, y brinda aceleradores de progreso para el mencionado Pase de Batalla.

En Argentina, estos precios en pesos ubican a Diablo IV como un producto “premium”, teniendo en cuenta que el considerar los impuestos se dispara a niveles inusualmente altos. Pero esperen: en última instancia, creemos que vale la pena para quienes puedan permitirse la inversión.

Consideren esta buena señal: aunque Blizzard advirtió que una vez terminada la review perderíamos todo el progreso logrado y habría que comenzar de cero, eso casi no nos importó. Diablo IV es tan satisfactorio de jugar que estamos deseos de comenzar nuestro otra vez una vez que la versión final salga al mercado.

La encarnación actual de Diablo IV ya es completa, sólida y muy divertida, pero representa meramente los cimientos de un título que inevitablemente seguirá evolucionando según la recepción del mercado y los avances de la industria. Diablo III, sin ir más lejos, salió mucho más crudo y terminó convertido en un juego casi indispensable. Adquirir Diablo IV en una economía latinoamericana es un sacrificio, pero nos aseguramos acceder a docenas, cientos o incluso miles de horas de contenido. Esta es la nueva joya de la corona de Blizzard, y sin dudas le darán soporte durante años para convertirlo en un “juego como servicio” que atraiga consumidores durante todo el tiempo posible. Temporadas, contenido y expansiones irán llegando y engordando lo que ya es un combo muy atractivo, que corrige el rumbo de los errores cometidos en la franquicia durante los últimos tiempos.

  • Desarrollado por: Blizzard Team 3 / Blizzard Albany
  • Publicado por: Blizzard Entertainment
  • Fecha de lanzamiento: 6 de Junio de 2023
  • Plataformas: Xbox One, Xbox Series, PS4, PS5, PC.