ANALISIS: F1 25, conservar la pole sin arriesgar

Por Ariel Fuentes

Desde 2008, Codemasters ostenta la licencia oficial de la Fórmula 1, y desde entonces ha cultivado una franquicia que, si bien ha sabido evolucionar, también transita el delicado equilibrio entre la simulación accesible y el espectáculo comercial, intentando no quedarse estancada. F1 25, la entrega de este año, abandona definitivamente la generación pasada para concentrarse en las capacidades de Xbox Series, PS5 y las PC más potentes, ofreciendo una experiencia mejorada pero que está lejos de ser revolucionaria.

El nuevo simulador oficial de Fórmula 1 apuesta a consolidar su alquimia, con mejoras físicas, circuitos LIDAR y más personalización. Pero bajo la superficie, el Ego Engine empieza a mostrar señales de desgaste.

El legendario Ego Engine de Codemasters sigue dando frutos. Aunque las mejoras son relativamente discretas, F1 25 es un juego visualmente destacable. Presenta una evolución conservadora respecto a sus antecesores inmediatos, pero un jugador asiduo de la franquicia notará que la iluminación dinámica fue ajustada, con reflejos más naturales y un tratamiento más uniforme de las condiciones climáticas. El sistema de partículas también fue revisado: ahora la lluvia forma cortinas más densas y los autos levantan un spray más convincente, pero algunos efectos siguen por debajo del estándar actual de simuladores más exigentes como Assetto Corsa Competizione, o con más “caballos de fuerza” digitales debajo del capot, como el último Forza Motorsport.

En Xbox Series X, el título corre estable a 60 FPS, con resolución dinámica de hasta 4K. En Series S se sostiene en 1080p60, con resultados aceptables pero más modestos. No hay modo a 120 FPS ni soporte para VR en consolas, algo que los jugadores más hardcore siguen reclamando. En PC, existen jugadores de ultra-nicho que directamente no lo conciben fuera de sus headsets de realidad virtual.

La jugabilidad muestra ajustes sutiles, con una física algo más estricta. La conducción en F1 25 mantiene la base de las entregas anteriores, pero ofrece un modelo físico con algunos cambios significativos para el usuario experimentado. Los autos se sienten más livianos, con una distribución de peso más realista, y los errores se penalizan con mayor severidad, especialmente en frenadas tardías o salidas de curva mal gestionadas. Irse al pasto, por ejemplo, es ahora más grave e incontrolable que en años anteriores.

La tracción, incluso con ayudas activadas, exige una mayor progresividad en el acelerador. El control de estabilidad fue recalibrado y el comportamiento en mojado responde de forma más coherente, aunque persisten inconsistencias con el grip lateral en ciertos circuitos.

También se mejoró la sensibilidad del force feedback en volantes de gama media y alta (como los Logitech G923 o los Fanatec CSL), permitiendo mayor comunicación con la pista. Sin embargo, en controles estándar sigue predominando una respuesta algo genérica, lo que puede limitar el aprendizaje fino en situaciones límite. Aun así, quienes -como yo- prefieren el placer cinético por sobre la precisión extrema, van a encontrar en el joystick una experiencia más que satisfactoria. No voy a volver a ganar torneos con mi pad de Xbox, pero disfruto tanto del tacto que me cuesta largarlo para volver a mi habitual Forza Motorsport. Tus manos y ojos van a pedirte más y más F1 25, incluso si tu impresión inicial fue tibia.

La inteligencia artificial fue retocada para ofrecer una agresividad más contextualizada. Los rivales ya no se comportan como trenes rígidos: bloquean, se abren al defender posición y cometen errores más humanos, lo cual mejora la inmersión. No obstante, persisten algunas líneas de carrera antinaturales y sobre-reacciones ante cambios climáticos que pueden provocar situaciones inverosímiles. He visto reacciones inéditas para un juego de la franquicia: me hicieron insultar a mis rivales… pero también sacarme una sonrisa. 

Braking Point ofrece su tercera temporada, contando la llegada del equipo ficticio Konnersport a la elite de la categoría máxima. A diferencia de entregas anteriores, la historia es más contenida, con menos dramatismo adolescente y mayor foco en decisiones técnicas, política de equipo y relaciones profesionales… aunque tiene sus momentos oscuros. No es una gran serie interactiva, pero cumple como narrativa inmersiva para nuevos jugadores o quienes buscan un respiro del modo carrera. En lo personal, solo conecté emocionalmente con el veterano Casper Akkerman, aquel rival y mentor de la primera temporada.

El modo “Mi Equipo” -uno de los pilares más queridos desde F1 2020- suma una novedad relevante: permite separar más claramente la gestión del equipo del rol de piloto. Ahora es posible asignar tareas de scouting, desarrollo e inversión a personal específico, mientras nos concentramos únicamente en correr o viceversa. También se amplió la personalización del monoplaza, con más opciones de chasis, pintura y aerodinámica dentro de los márgenes realistas del reglamento FIA.

El modo Carrera clásico, tanto individual como en cooperativo online, sigue firme. Esta edición permite mayor personalización del calendario, nuevos niveles de rivalidad interna y un sistema más claro de progresión técnica por ramas (aerodinámica, unidad de potencia, chasis, fiabilidad). Y, como era de esperarse, también se amplía el universo de F1 World: esa mezcla entre hub competitivo, progresión con ítems mejorables a lo Destiny y desafíos semanales que, aunque divisiva, ha sabido construir su propio público. Para quienes disfrutan de optimizar autos con piezas desbloqueables y objetivos temporales, sigue siendo una propuesta atractiva. Para el resto, puede sentirse como un apéndice prescindible. 


El componente online se mantiene estable, con servidores dedicados y lobbies públicos o privados. La experiencia es fluida en Series X, aunque notamos que el juego intenta comunicarse constantemente con los servidores incluso en los menús, lo que hace tediosa la navegación. El crossplay sigue habilitado entre plataformas actuales, aunque se deja atrás el juego entre generaciones (chau, Xbox One y PS4).

En cuanto al contenido, F1 25 incluye los 24 circuitos oficiales de la temporada 2025. No se recuperaron trazados históricos. Como novedad, se incorporaron versiones invertidas de tres pistas (Silverstone, Zandvoort y Red Bull Ring), disponibles en modos específicos y desbloqueables a medida que avanzamos en la carrera profesional.

Cinco circuitos fueron reconstruidos mediante tecnología LIDAR: Bahréin, Miami, Melbourne, Suzuka e Imola. Este sistema de escaneo láser permite una recreación milimétrica de cada trazado, capturando con precisión los baches, pianos, desniveles, barreras y vegetación. El impacto es tangible en la sensación al volante: Suzuka transmite mejor sus curvones enlazados, Imola ofrece referencias más claras en sectores técnicos como Acqua Minerale, y Melbourne refleja con mayor fidelidad su carácter híbrido entre parque y circuito urbano. Aunque el salto visual no es radical para el ojo casual, representa un avance importante para quienes buscan una experiencia más auténtica, sobre todo con volante y ayudas reducidas.

Hay condiciones climáticas actualizadas y un modelado más preciso de trajes y cascos. Al menos en el lanzamiento, el joven argentino Franco Colapinto aún figura en F2, un rezago del ciclo de producción que genera cierta disonancia para los fans locales —pero que probablemente sea corregido en un parche futuro, desplazando al pobre Doohan.

La Edición Especial incorpora contenido estético exclusivo de la película F1 protagonizada por Brad Pitt: traje, casco y decoración del auto de su equipo ficticio. Nada que afecte la jugabilidad, pero sí un guiño comercial potente por parte de EA.

F1 25 es una entrega robusta y profesional, que opta por consolidar los logros de la saga en lugar de explorar caminos nuevos. Sus ajustes físicos, la mejora en ciertos circuitos y la reorganización de modos lo convierten en uno de los mejores simuladores de la F1 hasta la fecha, aunque sin lograr un salto técnico o narrativo significativo. 

Para quienes ya jugaron F1 23 o F1 24 (este último incluido en Game Pass), puede parecer una actualización menor. Pero para quienes vienen de versiones más antiguas, o para quienes siguen con entusiasmo cada curva del “Gran Circo”, esta entrega es plenamente recomendable. Ni hablar de los argentinos que, cebados por la llegada de Colapinto a la F1 real, tienen más hambre que nunca por experimentarlo desde adentro.

El enfoque del juego es claro: consolidar, optimizar, pulir detalles y reacomodar funciones. Pero también queda pendiente una revisión más audaz del sistema de daños, una evolución gráfica sustancial y la incorporación de tecnologías ya presentes en otros simuladores. Y, un año más, permítanme insistir con la necesidad de sumar autos clásicos. Por último: el Ego Engine, noble y rendidor como el limonero de mis viejos, ya muestra signos de fatiga. Tal vez sea hora de pensar en su relevo.

  • Desarrolladora: Codemasters
  • Publicadora: EA Sports
  • Lanzamiento: 30 de mayo de 2025
  • Plataformas: Xbox Series X|S, PlayStation 5, PC
  • Versión probada: Xbox Series X 

*Código de review proporcionado por EA*